El 29 de septiembre se celebra San Miguel. Y es curioso observar cómo, de hecho, se le trata como un santo (es decir, una persona que, por méritos y características particulares, ha realizado milagros) cuando en realidad no es un santo en sentido estricto, y de hecho no todas las confesiones lo aceptan como tal.
Además, San Miguel es uno de los siete arcángeles mayores junto a Gabriel, Rafael, Uriel, Barachiel, Jeudiel y Sealtiel.
Además, el nombre de Miguel en hebreo antiguo, Mîkhā'ēl, significa “¿Quién como Dios?”. Curiosamente, el Islam también reconoce la figura de este arcángel, mencionando que él y Gabriel dictaron el Corán al profeta Mahoma.
También en el Nuevo Testamento es quien revela el Apocalipsis a Juan, y en este libro se menciona como quien guía las milicias celestiales contra Satanás. Según la tradición, es quien tocará la trompeta que anunciará la llegada del Juicio Final.
Es a estos roles de ángel guerrero y juez que San Miguel debe la iconografía tradicional adquirida por los cristianos, con los atributos de armadura, espada y balanza.
El culto a San Miguel tiene orígenes muy antiguos: el primer santuario oficialmente dedicado a él era el llamado Micheleion de Constantinopla, construido por el emperador Constantino. Otro santuario muy importante en Italia es el célebre Castel Sant’Angelo en Roma.
Pero en Europa hay numerosos santuarios dedicados al arcángel Miguel.
El más célebre y fascinante es sin duda el santuario de Mont Saint-Michel en Francia. Allí, en el siglo XV, una vez al año, en honor a la festividad del santo, se reunían los caballeros de la Orden de San Miguel.
También es interesante notar cómo casi todos los lugares de culto dedicados a San Miguel son particularmente difíciles de alcanzar: al igual que Mont Saint-Michel, también lo son la isla de Skellig Michael en Irlanda y St. Michael’s Mount en Cornualles.
Además, San Miguel es reconocido hoy en día como Protector del pueblo judío, Guardián (y Custodio) de la Iglesia Católica, Patrón de la Ciudad del Vaticano y de Francia, así como de muchos otros países. También es el patrono de los enfermos, las Fuerzas del Orden, los paramédicos, los marineros, los paracaidistas, los bomberos, los radiólogos y los farmacéuticos.
Además, es célebre una oración de exorcismo que se hace invocando su nombre, la llamada “prière à St. Michel”.
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